Sé que no escribía desde hace como 2 semanas, pero es qe había tantas pequeñas cosas que contar que mejor no lo hacía.
La pareja que toca el acordeón en la place de la Comédie y que te hace sentir como en una película, ese pequeño café a 100 m de la escuela que se volvió mi favorito, el tipo tocando y cantando "Hound dog" en una esquina y junto a su perro, confusiones de nacionalidad, etc.
Bueno, empiezo por lo último y el resto no necesita explicación. Amo los bindis. Los adoro, pero hay un problema, también adoro el delineador negro, y estando en un lugar con muchos extranjeros eso hace que piensen que en vez de ser mexicana, soy de la India. Pero no quiero dejar de usarlos, es parte de mí, tiene un significado fuerte para mis creencias y además me gusta como se me ven, que piensen lo que quieran ;D hahah
El plato fuerte de hoy es definitivamente mi excursión a Avignon.
En el trayecto soy de las que prefieren sentarse junto a la ventanilla y tener como único compañero a mi iPod. Mientras avanzaban las canciones y los demás reían, me di cuenta de que el paisaje era como estar viajando al pasado, de grandes tiendas y restaurantes de comida rápida, cambiamos gradualmente a iglesias de piedra, castillos y murallas medievales. Llegamos a Avignon en aproximadamente una hora y 40 min, el famoso puente es quien te recibe, junto a unos anchos muros de piedra que te invitan a ver qué s lo que hay dentro.
El viento era sorprendente, no hacía mucho frío pero nos empujaba y golpeaba mi rostro con mi propio cabello. Al subir una torre y llegar a una especie de mirador, la profesora/guía nos contó sobre la historia del puente que estaba ahora a nuestras espaldas, sobre la canción y bailamos otra canción sobre Avignon, menos conocida pero fue muy divertida, nos colocamos en parejas, una frente a otra con las manos en alto hasta formar un túnel, y las personas pasaban por debajo de él y se volvían a formar.
Subimos un poco más y llegamos a unos jardines hermosos, con estatuas, fuentes, y no pude ver más porque sólo pasamos junto a ellos rápidamente para llegar a una plaza frente a .. WOW, era una construcción impresionantemente grande, con torres y arcos góticos, pequeños huecos en forma de cruz y escaleras que llevaban a una oscura entrada con puerta de hierro. Le Palais des Papes.
Quedamos en vernos todos a las 5 frente a la extraña escultura del elefante parado sobre su trompa (Elefandret, de Miquel Barceló) y el resto nos fuimos a la degustación, que para mi sorpresa, fue dentro del Palais des Papes.
Avanzamos por los amplios y a la vez algo tétricos pasillos del palacio hasta llegar a una habitación conocida como la boutellerie, que es donde venden los vinos más famosos de la región, había vinos rojos, blancos y rosés. No sabré mucho de vinos, pero puedo decir que los 3 que probamos esran muy buenos, tenían tantas esencias diferentes que sentías en un solo trago
que era de verdad algo muy diferente a todo lo que había tomado antes, quería enviarle 3 botellas a mis padres pero me dijeron que no lo hiciera.
Salimos de la Boutellerie para llegar a una tienda de recuerdos, me quedé embobada viendo todo y cuando salí ya no había nadie conocido, y no tenía idea de por dónde estaba, caminé guiándome por mi sentido de orientación sólo para darme cuenta que es el peor que he conocido, pero me sirvió para conocer los pequeños callejones sin salida, calles empedradas y otros pequeños edificios que marcan la vida cotidiana de Avignon, porque claro, no todo son palacios y grandes puentes sin terminar.
Tomé las fotos y al ver la hora (4:03 pm), supe que tenía que encontrar la forma de volver, caminé unas 3 cuadras de regreso y vo unas escaleras que subían una colina, si bien no llegaba a mi destino, al menos podría ver dónde estaba realmente.
Y ahí estaba, perdida en una ciudad desconocida, subiendo escalones de piedra cuando me paré de puntitas y vi eso que ahora tienen a la izq de la página, un paisaje en tonos de marrón y que me tranquilizó por completo, estaría perdida, sí, pero ¿por qué preocuparme cuando estaba perdida AHÍ?
Tomé un pequeño descanso y seguí subiendo, pronto pude ver que ya no había escaleras, sino que a unos 6 metros arriba sólo se veía un muro algo bajo y unos árboles en la orilla, deseé que mi camino no fuera a dar a una casa de ricos excéntricos, de esos que aman vivir "lejos" de la ciudad, sobre colinas o en áreas falsamente silvestres, pero al llegar hasta arriba y mirar a mi alrededor fui tan feliz que casi no puedo describirlo, no estaba en ninguna casa de ricos raros o en otro callejón sin salida, estaba en ese pequeño paraíso que no había tenido tiempo de ver antes.
Por supuesto que estas 5 fotos no fueron todo lo que vi, pero es lo que sé que más recordaré, las bellas estatuas, fuentes, árboles que no dejaban pasar los rayos de sol y la hiedra que quería monopolizar el territorio que le pertenecía a las grandes rocas que había por todo el jardín.
Me relajé, caminé un rato y me dediqué a escuchar a las aves que parecían regocijarse de estar ahí, no las culpo, de poder cantar como ellas yo también lo hubiera hecho en ese momento.
Después de un rato bajé otros escalones de piedra (siempre de piedra) al tiempo que la tarde comenzaba a hacerse notar y miré a mi izquierda,
Ahí estaba el palacio que se había convertido en mi punto de referencia al fondo y en primer plano un ángel, un ángel que rezaba por el Cristo que se encontraba frente a él junto con otros tantos personajes que hacían lo mismo, pero en ese momento sólo me recordó a canciones de Nightwish, Within Temptation y Epica. Estando en la calidez de ese lugar y rodeada de tantas bellezas creadas por el hombre en tiempos donde no se preocupaban por cosas tan (perdón por la palabra) tontamente "importantes" como ahora, me sentí completamente feliz, pero tenía que seguirme moviendo. Termine de bajar los escalones, caminé para tomar otra foto y encontré a Leckie y una compañera española cuyo nombre desafortunadamente no recuerdo, porque fue muy amable conmigo.
Le pedí que me tomara unas fotos frente al Palais des Papes y luego avanzamos entre las estrechas calles hasta llegar a una pequeña plaza con un carrusel, era como un recordatorio de que teníamos que volver a Montpellier ese mismo día, porque la plaza se parecía mucho a la de aquella ciudad.
Caminamos junto al resto del grupo por unos momentos y luego las 3 féminas nos fuimos a un café que estaba ahí cerca, nos sentamos y yo pedí una copa de vino rosa, que me había quedado con las ganas de probar.Vimos la hora y tuvimos que volver a la bella plaza con el extraño elefante, recordé que no había comprado nada para mi familia y corrí a una tienda de souvenirs.
2 Llaveros metálicos y 2 cajas musicales me parecieron o correcto, pues quizás vienen a Europa a principios de Julio, por eso no quisieron que llevara vino.
Johannes estaba a la salida de la tienda cuando salí y me dijo que ya nos íbamos, me apresuré y volvimos al camión, me despedí de esas calles y edificios que ya extraño, crucé los anchos muros de piedra que rodean a Avignon y camino al autobús tomé unas últimas fotos de Le pont d'Avignon:
Me subí al camión con la corta canción infantil en mi mente y me senté hasta el fondo, no quería que nadie interrumpiera lo que sentía en ese momento, me acomodé preparada para el viaje de 2 horas que seguía y me perdí entre mi mente, los paisajes de campos franceses y la música que llenaba mi alma de tranquilidad .